Esbozos y rasguños
De donde nadie vuelve
El guion es siempre el mismo: el Madrid se tambalea, besa la lona, cuenta hasta 8 el árbitro, el público comienza a silbar, a impacientarse. Y de repente, el corrientazo. El baile de San Vito
Un penúltimo vals

El Madrid tuvo que volver a lo de siempre: a colocarse debajo de la nariz el algodón de amoniaco para volver de entre los muertos cuando ya nadie creía en sus posibilidades. En noches europeas como esta, de tan guionizado que parece todo en el ... Bernabéu, cualquiera podría decir desde fuera que estamos ante un combate de Pressing Catch o de WWE. El guion es siempre el mismo: el Madrid se tambalea, besa la lona, cuenta hasta 8 el árbitro, el público comienza a silbar, a impacientarse. Y de repente, el corrientazo. El baile de San Vito. Cualquiera de sus jugadores se agarra a las cuerdas del cuadrilátero como si fuera un tendido eléctrico y la bestia revive. El equipo magullado se viene arriba, no hay cansancio, no existe el dolor, no siente la sangre, solo encadena llaves perfectas sobre su rival hasta noquearlo por completo, rival que ya ni sabe por dónde le viene la golpiza y que tan solo desea irse a la ducha, a sollozar bajo el caño, intentando averiguar qué diablos acaba de suceder. Hasta Vinicius en el último tanto de su colosal hat-trick se arrancó la camiseta para encender al público tal y como hacía Hulk Hogan. Y no me digan que Rüdiger no parece digno de aparecer en un combate de lucha libre. Este es el Madrid de Europa. Difícil de entender, difícil de explicar. Lo tienes que venir a ver.
Lo de anoche fue un curso acelerado de madridismo europeo 1.0 para el fugaz exjugador blanco y jovencísimo entrenador borusser Nuri Sahin (tres años más joven que Modric) que pudo ver delante de él cómo su equipo sufría la paralizante mordedura que tantas veces han padecido otros equipos en noches parecidas. Sus cambios tacañones, como los que hiciera Tuchel el año pasado con el Bayern, no vinieron nada bien a su equipo, que se descompuso con la rapidez de una aspirina efervescente. Encajar cinco goles en una sola parte, por inspirado que esté tu rival, es difícil de digerir.
El Madrid llega ahora al partido contra el Barça con un inesperado chute de confianza y de alegría, revitalizado tras varios minutos rondando el coma durante el partido contra los alemanes. Ancelotti sigue sin dar con su once tipo, pero se aferra a un Vinícius incansable y en estado de gracia.
De donde nadie vuelve tan solo el Real Madrid logra regresar. Nadie conoce el camino, no hay baldosas amarillas, ni cobertura para el GPS, ni señales, ni puedes dejar migas de pan, ni preguntar a nadie por las direcciones. Simplemente el Madrid se sabe este camino de memoria.
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