el contrapunto
El pañuelo palestino
Si se trataba de condenar la guerra, el Papa podría haber escogido por cuna de Jesús una bandera ucraniana
El Gran Hermano nos vigila
¡Ave Pedro! ¡Heil Sánchez!
Me gustan las figuras del Niño, María y José que integran el Nacimiento instalado en el Vaticano. Yo tengo unas casi iguales, de tamaño infantil, talladas en madera de olivo por artesanos locales. Me las traje de Belén hace ya varios lustros, cuando viajé ... hasta allí con el fin de cubrir para ABC la primera intifada. También adquirí en aquella ocasión un pañuelo palestino, que conservo, al igual que el pequeño Misterio, aunque en lugares separados. Cuando llega la Navidad, Jesús, María y José ocupan su lugar en el salón, bajo un cielo estrellado pintado por mis hijos cuando eran pequeños, en compañía de una mula, un buey, pastores, reyes magos y demás personajes rescatados de distintos hogares familiares. Tampoco falta el pesebre, procedente también de la localidad cisjordana y labrado en el mismo material que el resto de los elementos constitutivos del conjunto. Una vez pasadas las fiestas, todo vuelve a una caja que descansa en el desván hasta el año siguiente.
Nunca se me ha ocurrido meter allí el pañuelo palestino, ni mucho menos utilizarlo como sustituto de la rústica cuna en la que descansa el Niño. Mezclar religión y política conduce inevitablemente al desastre, como demuestran siglos de confrontación devenidos en ríos de sangre. Y si algo tiene la kufiya, esa suerte de pañoleta blanca y negra utilizada por los palestinos, es un profundo simbolismo cargado de ideología. La de uno de los bandos implicados en la tragedia que se vive en Israel y, por extensión, la de los movimientos que apoyan a esa facción. En España, la izquierda, tanto más incondicional cuanto más radical, y una parte significativa de la extrema derecha. ¿Qué tiene eso que ver con la venida al mundo del Redentor?
Apelando a la lógica empleada por el Papa para justificar una decisión tan discutible como la de meter con calzador ese pañuelo palestino en el Nacimiento vaticano, podría haber escogido por cuna una bandera ucraniana. Al fin y al cabo, si se trataba de condenar la guerra, ninguna hay tan injusta, tan rechazable en términos morales, como la que provocó la brutal agresión perpetrada por Putin contra dicho país.
Si hay un pueblo que merece todo el respaldo y solidaridad de la comunidad internacional, es sin duda el que lidera el valiente Volodimir Zelenski. Se me dirá que Jesús no nació en Kiev, sino en Belén, lo cual es cierto. Pero no lo es menos que era de estirpe judía y como judío vivió, o que actualmente la población de esa ciudad es mayoritariamente musulmana. El drama de Oriente Medio no es, en todo caso, una película de buenos y malos, sino algo mucho más complejo, y lo que ha hecho Francisco con ese pañuelo, lejos de constituir un gesto en favor de la paz, es alinear a la Iglesia junto a una de las facciones de un conflicto desgarrador.
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