Israel bombardea cerca de Beirut por primera vez en cuatro meses de alto el fuego
El ejército israelí reacciona con fuerza al segundo lanzamiento de cohetes desde Líbano en dos semanas, del que se desvincula Hezbolá. “La ecuación ha cambiado”, advierte Netanyahu


Las Fuerzas Armadas de Israel han bombardeado este viernes los alrededores de Beirut por primera vez desde la firma del alto el fuego en Líbano, el pasado noviembre. Concretamente, Dahiye, los suburbios chiíes al sur de la capital considerados feudo de Hezbolá y que han revivido las escenas de pánico con las que convivieron casi diariamente durante los más de dos meses de conflicto entre Israel y Hezbolá el año pasado. El ataque ha ido acompañado de otros en el sur del país, que han causado tres muertos, horas después del lanzamiento de dos cohetes desde Líbano. Israel designó como diana “objetivos de Hezbolá”, pese a que la milicia chií se apresuró a desvincularse del ataque y a subrayar su “compromiso” con el acuerdo de tregua.
Ha sido un déjà vu, con el mismo ritual de la guerra de 2024. Como entonces, comenzó con una orden a la población del portavoz en lengua árabe, Avijai Adree, para evacuar a toda prisa ante la inminencia de un bombardeo aéreo. Les exhortaba a alejarse al menos 300 metros de un edificio, situado cerca de dos colegios, que señalaba en un mapa y que posteriormente describió como “una infraestructura de almacenamiento de drones” de Hezbolá.

Una hora más tarde, llegó el bombardeo. El miedo ya había vuelto al distrito, que quedó prácticamente desierto durante la guerra y al que han ido regresando desde entonces sus habitantes. Wissam Mehanna, vecino del barrio Sainte Thérèse, contaba al diario libanés L´Orient Le Jour que no pudo sacar su coche del edificio por el embotellamiento producido por la huida: “Era el caos, la gente se peleaba, los retrovisores de los vehículos chocaban y se caían las motos”.
Ningún grupo ha reivindicado el disparo de los cohetes, de apariencia poco sofisticada (solo uno cruzó a territorio israelí, el otro cayó dentro de Líbano), como el de la semana pasada con un guion similar: lanzamiento de proyectiles; amenazas del ministro de Defensa, Israel Katz; comunicado de Hezbolá manteniéndose al margen, y bombardeos. Entonces se limitaron al sur de Líbano. Este viernes, en un mensaje medido pero incremental, han llegado también a las afueras de la capital.
El segundo intercambio de fuego en dos semanas hace temer el deshilachado progresivo de una tregua que, en la práctica, Hezbolá respeta mayoritariamente e Israel incumple. El Estado judío ya ha matado a más de 100 libaneses y mantiene tropas en territorio libanés, aprovechando la posición de fortaleza con la que emergió de la guerra, en la que acabó con toda la cúpula del partido-milicia chií, incluido su líder, Hasan Nasralá, visto hasta entonces como intocable.
El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, ha puesto en palabras este desigual equilibrio de fuerzas con una Hezbolá debilitada en lo militar y atada políticamente en corto en el plano interno. “La ecuación ha cambiado”, ha subrayado en un comunicado. “No permitiremos que se dispare contra nuestras comunidades, ni un ápice. Quien aún no haya interiorizado la nueva situación en Líbano, ha recibido un recordatorio adicional de nuestra determinación”.
Es también la tímida expansión al resto de la región de las consecuencias de la reciente decisión israelí de cortar el ingreso de ayuda humanitaria y electricidad a Gaza, romper unilateralmente el alto el fuego y reanudar los incesantes bombardeos en el enclave palestino, que han causado ya casi 900 muertos en 11 días, según las autoridades sanitarias en Gaza. Solo los hutíes de Yemen y —de forma más puntual— Hamás y la Yihad Islámica están lanzando estos días proyectiles contra Israel, que han sido interceptados por las defensas antimisiles antes de causar víctimas.
“Alejarse del abismo”
La escalada ha generado los habituales comunicados de preocupación, aunque el tono revela sobre todo ruego e impotencia. La jefa de la Oficina de Naciones Unidas de Coordinación Especial para Líbano, Jeanine Harris, ha asegurado en su cuenta de la red social X que ninguno de los dos países “puede permitirse otra ronda de conflicto violento”, por lo que “todos los actores deben alejarse del abismo, inmediatamente”.
“Es un periodo crítico para Líbano y la región. Cualquier intercambio de fuego es uno de más. Un regreso a un conflicto más amplio en Líbano sería devastador para la población civil en ambos lados de la Línea Azul [la divisoria oficiosa entre ambos países] y debe evitarse a toda costa”, ha señalado, además, en un comunicado.
El presidente de Líbano, Joseph Aoun, ha lanzado un mensaje que muestra la voluntad de las nuevas autoridades (elegidas tras la guerra, restando influencia a Hezbolá y poniendo fin a dos años de bloqueo político) de evitar un nuevo conflicto, incluso cumpliendo las partes más explosivas del alto el fuego: impedir la presencia de milicianos y armas de Hezbolá. El intercambio de fuego, ha señalado Aoun, profundiza su “determinación y el compromiso” de “construir y fortalecer” el ejército libanés (el encargado de la tarea) y “extender el control sobre todo” el territorio nacional. El primer ministro, Nawaf Salam, ha calificado el disparo de los cohetes de “irresponsable” y prometido llevar ante la justicia a sus responsables.
Entre los afectados de la escalada están los estudiantes libaneses. Durante los más de dos meses de guerra, el 40% de los colegios funcionó solo como albergue improvisado para los desplazados de la guerra, que llegaron a ser 1,2 millones, un número inmenso en un país de 5,3 millones de habitantes. Las clases solo volvieron a ser presenciales tres semanas antes del alto el fuego y para 175.000 alumnos en zonas relativamente seguras.
Este viernes, y también por primera vez en cuatro meses de tregua, las escuelas públicas y privadas en la región costera de Tiro cerraron sus puertas por temor a la previsible respuesta israelí, según la agencia nacional de noticias libanesa. Es la zona en la que un ataque aéreo israelí sobre un edificio mató a dos personas el sábado pasado, en el anterior bombardeo de represalia por el lanzamiento de cohetes. Luego, el Ministerio de Educación libanés pidió la evacuación de los colegios y universidades de Hadath, el barrio de Dahiye del bombardeo.
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